sábado, 27 de mayo de 2017

Mamás Mamíferas

Ayer me quedé dormida con el shock de que ya entré en la semana 32!!! Pero ¿Cómo es posible que se haya pasado tan terriblemente rápido este segundo embarazo? Y hoy al levantarme he visto un post en Facebook con esta imagen, entre otras de animales embarazadas:

El resto de fotos con las que me desperté hoy son preciosas y podéis disfrutarlas aquí.

Recuerdos y enseñanzas

El caso es que entre el cóctel hormonal, el shock y la preparación hacia este inminente segundo parto, me he levantado pensando en el parto de mi hija hace 4 años, y en que pronto volveré a entrar en faena. Y al ver a esta mamá gorila me hizo recordar que mientras dilataba en el parto de Julia, hubo varios momentos en los que tenía que estar tumbada en la camilla haciendo monitores. Había que estar un ratito más o menos quieta de forma intermitente, y aún así mi cuerpo se movía con cada contracción (si, en el Hospital do Salnés la monitorización intermitente existe pero a ratos hay que intentar quedarse quietiña para ver como va el bebé). Y durante esas convulsiones imposibles de controlar, donde mi cabeza ya no estaba en aquella sala si no que andaba buscando entrar en el planeta parto, me encontré de forma inevitable con recuerdos de mi más tierna infancia: recordando los partos de mi gata Rita.
Mi gata Rita
Estaba tumbada de lado, con las piernas y brazos medio colgando casi fuera de la camilla y mi barriga se comprimía con cada contracción y me hacía enroscarme en la camilla con cuidado de que los cables no se soltasen. Y en esos momentos fui mi gata Rita, una siamesa a la que tuve la suerte de ver cómo daba a luz en mi casa en varias ocasiones allá a finales de los 80.
La verdad es que no había pensado en aquellos partos que había acompañado de pequeña. Recuerdo a mi madre intentando crearle una especie de cueva o lugar más "adecuado" (al menos así nos parecía a los humanos que vivíamos en aquella casa) que estar metida debajo de un sofá estrechísimo o detrás de un mueble de la sala donde la pobre no sé cómo había conseguido llegar con tremendo barrigón. Con las demás mascotas de casa fuera de esa habitación, para que no molestasen, y teniendo avisado a todo el mundo de que no hiciesen ruidos fuertes en aquella zona para no asustar a la gata, transcurrían sin muchos contratiempos los partos de mi gata Rita.
Recuerdo perfectamente cómo su barriga se encogía y ella simplemente estaba con la cabeza semirrecostada y como mucho cerraba los ojos y emitía un breve maullido. Así estaba yo en el Salnés, aquel 30 de abril de 2013 sujetando bien los cables del monitor para que la prueba saliese bien a la primera y poder seguir moviéndome libremente cuanto antes. Recuerdo a mi gata vagar como en círculos, pararse, limpiarse y seguir con una nueva contracción. Gracias Rita! Tu experiencia me ayudó un montón!

La falta de referentes

Yo no he vivido en una época en la que las mujeres veían parir a otras mujeres, por desgracia, porque ese aprendizaje creo que es terrible que se haya perdido. Pero al menos he tenido la suerte de poder ver a mis mascotas dando a luz, y esa experiencia ha sido fundamental como parte de mi preparación al parto.
Gracias a mis padres por facilitarme la convivencia con otros mamíferos cuando era pequeña, y gracias a mi gata Rita por una enseñanza que me hizo sentirme menos humana y más animal cuando mi yo primeriza estaba en el abismo de dudas dilatando y el recuerdo de su trabajo de parto me hizo sentirme segura y confiada de que eso era lo que tenía que vivir en ese momento y que todo estaba bien, que todo estaba siendo un parto normal mamífero.

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